Cumbre del G7 y su compromiso de recuperación sostenible y elevar la ambición climática
Recientemente finalizó la reunión del G7 (Grupo de los 7) en Cornwall, Inglaterra, conformada por siete de los países con las economías más prominentes del mundo: Francia, Japón, Italia, Estados Unidos, Canadá, Alemania y Reino Unido. Este año su asamblea se enfocó en abordar temas de primera urgencia, tales como la respuesta a la pandemia COVID-19, el cambio climático y la recuperación verde a dichas problemáticas.
En el mismo tenor que cumbres pasadas, se reiteró la amenaza emergente del cambio climático y la necesidad de establecer patrones de accionar eficientes e inmediatos para combatir sus consecuencias, tales como la pérdida de biodiversidad y el aumento del nivel del mar. Con este fin, se concretó el Pacto por la Naturaleza G7. En el mismo, se consolidó el compromiso de eliminar la mitad de sus emisiones de carbono para el 2030, y, por primera vez, la decisión de alcanzar neutralidad climática para el 2050 (cero emisiones netas de carbono).
El Pacto incluyó iniciativas para apoyar la evolución hacia una infraestructura sostenible basada en energía renovable en países en vía de desarrollo a través de una inversión de 2.8 billones, eliminando gradualmente la dependencia en el carbón. Las naciones pactaron proteger el 30% de la Tierra y el 30% de áreas marítimas para el 2030, con el fin de prevenir más extinciones masivas y resguardar las especies existentes. Similarmente, se busca crear sistemas de incentivos y articular sanciones a nivel internacional para detener el tráfico de especies y la deforestación ilegal.
No obstante, activistas climáticos criticaron diversos puntos de la reunión, enfatizando la reafirmación de acuerdos ya ratificados en lugar de la elaboración de acuerdos novedosos. El G7 nuevamente confirma su decisión de invertir 100 billones de dólares anualmente con fines de financiamiento climático a través de fuentes privadas y públicas, monto que ya había sido propuesto en el 2009, sin producir efectos reales. Otros críticos sostuvieron que los líderes no abogaron por acciones concretas ni específicas, sino que se mantuvieron en ideas ambiguas. Estas siete democracias del mundo decretaron metas colectivas, pero no pactaron fechas límites firmes o formas de medir los niveles de emisiones (previos y actuales).
Una de las grandes lecciones aprendidas de la pandemia es que la coordinación científica para el diagnóstico y la respuesta a situaciones globales como el COVID-19 es posible y bastante fructífera. Lo cual ha sido una gran llamada de atención para la respuesta al tema cambio climático que precisa el mismo o mayor nivel de voluntad, celeridad, inversión y sinergias.
El accionar colectivo detrás del proceso de vacunación de COVID-19 demuestra el poder catalizador que puede surgir de una voluntad globalizada. La colaboración, el diálogo y la eficiencia de la respuesta empleada para enfrentar esta pandemia pueden establecer los patrones para la gestión a nivel internacional, nacional y local, así como servir de ejemplo para visualizar los errores que pueden surgir en esta dinámica. Sin embargo, la urgencia demostrada en la respuesta a la pandemia no ha sido replicada en lo concerniente al cambio climático, pero esta cumbre puede fundar los cimientos para una recuperación sostenible focalizada en la acción climática.
¿Cómo podemos reaccionar al cambio climático desde el sector privado en la República Dominicana? Es imprescindible fomentar nuestra propia recuperación “verde”, moviéndonos hacia una economía solidaria y colaborativa, una transformación del modelo económico actual a uno más eficiente, que priorice la conservación de nuestros recursos ambientales y considere la acción por el clima. Múltiples ejemplos están dados, desde eficiencia energética y energías renovables hasta la implementación de iniciativas de seguridad hídrica, conservación de biodiversidad, movilidad eléctrica, entre otras.
En este sentido, debemos reconocer que el valor de la “marca” va más allá del producto o servicio que ofrece, se precisa generar una conexión con bienestar de colaboradores y empatía con el consumidor/cliente, creando así un verdadero valor compartido. Es necesario aportar a las metas nacionales e internacionales sobre desarrollo sostenible y cambio climático.
Es innegable la relación entre la sostenibilidad, continuidad de los negocios y el futuro de la humanidad, comprendiendo que podemos existir como una sociedad lucrativa y a la vez emplear mecanismos de mitigación y adaptación en aras de promover un futuro que sea viable de manera intergeneracional. Se precisa armonizar la agenda nacional, paquetes de estímulo y respuesta al COVID con tendencias y compromisos internacionales, e integrar a la misión de generar riquezas la creación de bienestar social conciliada con la acción por el clima.